Es un disco que pasó inadvertido para el gran público pero que el mismo Spinetta señalaba como el mejor de su obra. Los amigos que tocaron con él vuelven a reunirse para hacerlo sonar.
“A lo mejor, nosotros cambiamos esa historia”. Luis Cerávolo, baterista de la banda de Luis Alberto Spinetta, sabe que esta noche hará sonar una obra que pasó inadvertida, un disco que se escuchó poco, que no quedó grabado como otros en la memoria emotiva de los “spinetteanos” y que el mismo Luis Alberto entendí como su mejor disco. Por eso quiere cambiar esa historia. Es decir, la historia que tuvo “A 18′ del sol”, disco grabado en 1977 por el autor de “Muchacha ojos de papel”.
Con esa necesidad de reflotar esa música juntó a sus otros compañeros de ruta: los músicos Guillermo Arrom, Machi Rufino y Andrés Beeuwsaert. Los cuatro ofrecerán un show con las ocho canciones de aquella mítica obra. Será a las 21 en la sala Astor Piazzolla del Teatro Auditorium. Y, antes, abrirá la noche la actuación de los marplatenses de “Magnolia”, banda de Fabián Spampinato.
“Spinetta tuvo mucha capacidad de producción. Nunca se repetía. Y ese disco no está en la memoria (de sus seguidores), porque no se difundió. Fue un disco demasiado arriesgado para la época, no fue entendido por la crítica ni por el público y sólo se escuchó en vivo el día de la presentación, en el teatro Astral, y en un par de conciertos más. Spinetta no tocaba temas viejos”, explicó ayer a LA CAPITAL.
“Sí, inmediatamente”, recordó que le dijeron los músicos y amigos cuando les contó la idea de reproducir “A 18′ minutos del sol” en un espectáculo que llamaron “A 18 minutos” y en el que, además de contener aquellas canciones, repasan otras obras emblemáticas de Spinetta.
Para Cerávolo, quien también fue baterista de Astor Piazzolla, la obra de este material encierra una gran complejidad, aunque esa arquitectura musical no se advierte en la escucha. “La complejidad de esta música no hace que la música suene compleja, al contrario, suena simple”, indicó el músico, lo que entiende como una virtud artística que lo vincula más al jazz que a otro estilo. “Es una música hermosa que no es fácil de tocar”.
Y quizá allí radique, además de lo emocional, el desafío de este show. “Antes de salir a tocar, los cuatro nos abrazamos y decimos ‘pensemos que Luis no está escuchando’. Pero en el momento de tocar nos concentramos en lo musical y somos muy profesionales”.
“Nos une un cariño muy grande, que era el mismo cariño que Spinetta nos tenía. Yo era muy joven cuando fui su músico y compartimos mucho tiempo”, evocó aquellos días de finales de los 70 y principios de los 80 en los que siguió de cerca el despliegue musical de este gran artista,
influencia decisiva en varias generaciones. “A lo mejor, nosotros cambiamos esa historia”, repitió.